miércoles, 30 de marzo de 2016

autor:Blanca Garcia


Tips para llevar la fiesta en paz con la suegra
Estimada Lectora
Usted nos plantea una situación que si bien es muy común y lleva a que aparezcan graves conflictos, pocas veces se toma con seriedad. Por lo regular, se hacen bromas sobre las suegras, nueras o yernos “difíciles” o “inadecuados”. También se hacen burlas o se toman actitudes despectivas sobre las intromisiones de los padres en la vida matrimonial de sus hijos.

Uno de los seres menos populares dentro de la familia son precisamente las suegras, en gran medida porque muchas de ellas intentan establecer sus normas, sus costumbres o puntos de vista sobre la nueva pareja y sus nietos, sin darse cuenta que es muy importante para sus hijos formar sus propios núcleos familiares.

Para entender cómo se generan las dificultades que se observan en las relaciones suegra-nuera o suegra-yerno, tenemos que considerar que las personas directamente implicadas en el problema no son dos, sino tres: esposa, esposo y suegra. Cada uno juega un papel muy importante tanto en la creación del conflicto como en su solución, de alguna manera todos tienen el compromiso de poder alcanzar la armonía familiar.

Muchos problemas graves en los matrimonios surgen precisamente de este triángulo, en donde las suegras tienen la intención de opinar, dirigir y a veces también controlar las decisiones de la pareja. No necesariamente estas intromisiones son mal intencionadas, pero pueden dañar profundamente el matrimonio de sus hijos.

¿Qué sucede con la esposa, el esposo y la suegra?
1. LA SUEGRA y lo difícil que a veces le resulta dejar ir a sus hijos. Durante muchos años, ella ha establecido lazos tan estrechos que le cuesta trabajo aceptar la idea de que su hijo se casó, que tendrá que compartirlo y que ahora la prioridad es la nueva esposa. Esto les hace olvidar que sus hijos tienen derecho a formar su propia familia y que no puede intervenir en ella. Las madres tienen la tendencia a pensar que son las únicas capaces de asumir y cubrir las necesidades de sus hijos. Que no existe ninguna persona como ellas para cuidar el bienestar de sus hijos que han estado bajo su protección; no puede entender que son adultos que pueden tomar decisiones de manera independiente. Además, tienen sus propias ideas de lo que debe ser una buena esposa, generalmente asociada a lo que ellas mismas fueron aprendiendo en sus propios matrimonios, por lo que buscan que las nueras traten de ser o hacer las cosas que a ellas les resultaron positivas en su relación de pareja.

Por otro lado, sobre todo en los primeros años del matrimonio, es muy difícil para una madre-suegra asumir que tiene que renunciar a su hijo-esposo, le parece doloroso tener que distanciarse de él. Tienen que elaborar un duelo de separación que a veces se traduce en esas intromisiones con la nueva pareja. Es importante reconocer que durante este periodo las suegras necesitan comprensión y apoyo para superar lo que ellas ven como una pérdida, el rol materno tiene que cambiar y redefinirse. La madre tiene que aprender a renunciar al vínculo tan cercano con su hijo, aceptar que la familia toda entra en una nueva etapa, respetar y dejar espacio para que la pareja construya su propio camino.

Desgraciadamente cuando las madres no ponen distancia encontramos cosas como las que nos relata en su amable carta. La suegra presiona para que la pareja tome decisiones de acuerdo a lo que ella cree que es correcto. También puede dejar de lado a la nuera o la critica severamente sobre cómo ésta lleva su matrimonio y el cuidado de su casa. Actos que no tienen ninguna justificación ni razón de ser. Una buena suegra es discreta y respetuosa de la vida de sus hijos, evitan inmiscuirse y tienen un interés positivo en que la nueva pareja alcance con éxito la formación de una familia saludable.

2. Es importante considerar el rol del HIJO-ESPOSO, ya que su papel es crucial pues de él depende en gran medida el desenlace del conflicto. Al igual que la suegra, el nuevo esposo entra en un proceso de separación de su núcleo familiar y específicamente de su madre. Tiene que trabajar en la separación emocional de la figura materna, esto puede llevar un tiempo y mientras esto sucede, es posible que no se sienta con la fortaleza suficiente para encarar a su mamá y ponerle límites, en el momento en que esto se logre, él tendrá que mediar entre las partes para mejorar las relaciones. Incluso en casos extremos, los hijos mismos comparan a la esposa con la suegra, o pretenden que la nuera quiera tanto a su madre como ellos mismos. De igual forma que las intromisiones de la suegra, esto último no es justificable ni razonable.

Lo que sí debemos entender es que el hijo-esposo, tiene que enfrentarse y conciliar con dos personajes de suma importancia para su vida, por un lado la madre y por el otro la esposa, tiene que echar mano de sus recursos personales para mediar los conflictos. Cuando el hijo no se involucra a favor de la nuera o evade el problema, surgirán graves dilemas en la relación matrimonial, que pueden llevar al rompimiento.

Él tiene que aceptar su decisión de formar una familia y que ahora lo más importante es su pareja. Su labor es la de ser un buen mediador, poner límites con sus padres y hermanos, y luchar intensamente porque su nueva vida sea respetada y considerada independiente de las familias de ambos. En todas las decisiones del nuevo hogar, sólo deben participar marido y mujer, tiene que defender y negociar su espacio e independencia.

3. LA NUERA. De igual forma que el hijo y su madre pasan por un complicado proceso de adaptación, la nuera tiene que aprender nuevas formas de relacionarse y lidiar con esa especie de rivalidad que existe entre suegra y esposa, entre muchas de las novedades en una relación matrimonial. Dado que en la mayoría de los casos estas situaciones resultan inesperadas, la esposa puede adoptar dos roles que lo único que hacen es aumentar el conflicto. Por un lado, se sienten amenazadas e inseguras, lo que puede llevarlas a ser controladoras de su esposo o a evitar lo más posible la interacción con la familia política. Por otro lado, pueden volverse defensivas e intentar contrarrestar la intromisiones de la suegra, con enojos, o creando situaciones de tensión que harán difícil la convivencia.

TIPS PARA CREAR UNA RELACIÓN SANA CON SU SUEGRA
Lo primero que debe considerar es que cuando se casó, también se integró a su familia política y eso es inevitable, todos podemos encontrar formas de relacionarnos que sean cordiales, respetuosas, de apoyo y tolerancia. Hable con su pareja de manera honesta, hágale ver que le duelen los comentarios que hace su suegra sobre usted.

Platique con su esposo de la importancia de que las decisiones sobre lo que tiene que ver con su casa y su vida de pareja, sólo es asunto de ustedes dos. Ambos necesitan poner límites claros, de otra manera la convivencia será muy difícil y se generarán muchos conflictos. Esta es un labor que recae principalmente en su esposo, pero usted puede ayudarlo con tolerancia, confianza y acciones negociadoras.

No compita con su suegra, no se someta a sus comentarios y no ceda terrenos, pero tampoco la desplace. Más bien negocie con ella, pídale consejo y abra un espacio para que colabore con ustedes, en el entendido de que siempre la última decisión es de ustedes.

Aunque a veces es difícil, trate de controlar las emociones negativas que pueden causarle los comentarios desagradables e irónicos de su suegra, no los tome demasiado en serio, e incluso podría buscar alguna respuesta graciosa que disminuya la mala intención de las observaciones que recibe. Independientemente de que su suegra intente hacerla sentir mal, trate de conservar la calma, de perdonar los comentarios, de buscar formas de interacción positiva con ella. Y si tiene una oportunidad, de manera conciliadora hágale ver lo mal que se siente por no llenar las expectativas que ella tiene sobre usted, incluso pregúntele cómo podrían resolver las cosas, haciéndole ver que convivirán por el resto de sus vidas, que ambas se merecen respeto, independencia, aceptación y cariño.

Un último consejo
Como ve, mi querida lectora, la problemática que nos cuenta es muy compleja y requiere que ponga en juego todos sus recursos y destrezas para cambiar una mala relación por otra de cordialidad. Esto será de mucha ayuda y apoyo para que su esposo también ponga límites en la relación con su suegra. Pero no olvide que son usted y su esposo los que en primer lugar deben delimitar su espacio familiar y buscar el respeto que se merecen.

Suegras, técnicas para la supervivencia 

suegras tecnicas para la supervivencia 1ra. edición

1º Edición:

Desde que el mundo es mundo, el hombre es hombre y su madre nuestra suegra, las mujeres de todas las edades nos enfrentamos a un problema de difícil solución: cómo hacer para sobrevivir a esta figura tan significativa en nuestras vidas y no enloquecer en el intento.
Lo sabemos: Ya sea que viva en otra parte del mundo o a la vuelta de la esquina, cada suegra tiene la capacidad innata de tocar el punto más débil de su nuera en el momento menos oportuno. ¿Qué hacemos? ¿Bajamos la guardia? ¿Ponemos límites? ¿Y si quieren ser nuestras amigas? ¿Podremos nosotras ser mejores suegras?
En este contexto, ¿Cual es el lugar del suegro, de nuestros cuñados, concuñados, la familia política? Porque también ellos podrían ser tipificados ¿no es verdad?
¿Y nuestra pareja? Ese “tesoro que no merecemos” según nuestras suegras, ¿debería tomar una postura para así mantener la calma y su vida?
Gracias a su experiencia como psicóloga especializada, Beatriz Goldberg nos plantea con humor e inteligencia maneras para desactivar aquellos mecanismos de nuestras suegras que nos enfurecen, enferman y, en algunos casos nos hacen pelear con nuestras parejas.
Seamos suegros, nueras, yernos o hijos atrapados entre 2 amores , este libro nos ayudará a pararnos en un lugar fantástico que todo lo clarifica: el humor, ese espacio desde el cual es posible entender riendo de nosotros mismos.
Y no nos olvidemos: mientras el mundo siga girando… habrá suegras y nosotras también podemos ser una de ellas.tuyos mios nuestros edicion digital

martes, 29 de marzo de 2016

Texto de Eva Millet
Ilustración de Flavio Morais
Que nuera y suegra suelen llevarse mal no es una novedad. Pero, pese a su serio potencial para emponzoñar el ambiente familiar, esta relación ha sido poco estudiada. La psicóloga Terri Apter da claves para entender la postura de ambas mujeres y buscar una mayor armonía. Y subraya que la relación es cosa de tres: el hombre del conflicto no puede inhibirse.
La primera vez que su suegra invitó a comer a Ana, le sirvió filete a su hijo y a ella, unas tostadas. A Julia, su suegra le manda “desde el día en que me conoció” y tiende a comparar a su hijo con sus dos nietos, “siendo el suyo mucho mejor que mis hijos”, dice Julia. A Mari Carmen, su suegra jamás dejó de recordarle sus orígenes humildes. María ya no visita a la madre de su marido desde que esta empezó a hablar mal de ella a las hijas de María.
Los agravios también se dan en el sentido inverso. Hay nueras que utilizan a los nietos como arma, restringiendo o impidiendo el acceso a ellos a los padres de su marido. Otras boicotean planes familiares, se comportan como adolescentes rebeldes ante la suegra, jamás le agradecen nada o tratan de poner al marido en contra de la madre.
Los testimonios, desde ambos frentes, son una buena muestra de que, en el siglo XXI, la relación suegra-nuera aún navega por aguas turbulentas. Pese a la evolución de la sociedad y de la familia, en esta relación, las cosas no parecen muchas veces haber cambiado demasiado. La tensión entre estas dos mujeres parece eterna, aunque, extrañamente, hay poca bibliografía sobre el tema.
La psicóloga Terri Apter detectó este vacío cuando, de recién casada, empezó a tener problemas con la madre de su marido. “Las dinámicas entre suegra y nuera no han sido demasiado estudiadas”, confirma esta psicóloga de la Universidad de Cambridge, que lleva veinte años especializada en relaciones familiares. “Y cuando empecé a estudiarlas me quedé parada al descubrir la magnitud del problema: más del 60% de las mujeres afirman que la relación con su suegra les causa estrés e infelicidad y afecta a su matrimonio”, explica.
El fruto de su investigación es What Do You Want from Me (¿qué quieres de mí?), un libro publicado en Gran Bretaña donde analiza las causas de esta relación tormentosa y da claves para mejorarla.
Claves que pueden ser universales, porque Apter ha comprobado que este malestar atraviesa fronteras. En Chile, un estudio indicó que también casi el 60% de las mujeres tenían problemas con su suegra o su nuera. En Italia, cuando a principios de la recién acabada década los índices de divorcio se incrementaron en un 45%, una comisión gubernamental descubrió que en casi un tercio de los casos la causa de la ruptura eran las tensiones con los suegros (mayoritariamente, entre las dos féminas).
La mala prensa acompaña a esta relación en sociedades muy variadas. Suele ir dirigida a la figura de la suegra, que es objeto de comentarios negativos que actúan casi como una condena cultural. “Son detalles que ya predisponen a las mujeres contra el rol de la suegra”, sostiene Apter. Añade que esta relación no tiene por qué estar condenada al fracaso: “Como mínimo, un 10% de las personas que me contactaron para mi estudio lo hicieron para asegurar que se llevaban muy bien con sus suegras o sus nueras”, revela.
Sin embargo, el conflicto suele ser habitual. “El matrimonio aporta extraños a la familia, alguien que, a partir de ese momento, va a ser la persona más cercana del hijo –explica Apter–. Esta nueva presencia despierta en la suegra preguntas difíciles, como si su estatus en la familia se verá amenazado, si la nuera será capaz de cuidar bien a su hijo y si su relación con él cambiará.”
La mujer joven también tiene sus dudas y se encontrará con no pocas sorpresas. La principal: que su suegra puede desafiar su intimidad, influencia y estatus con su marido. “Pese a los cambios sociales –cuenta Apter–, muchas mujeres todavía consideran que su valía está ligada a sus roles en la familia, donde la cercanía, el respeto y la influencia son especialmente importantes.”
Por ello, las visitas a casa de una y otra, las vacaciones conjuntas, las fiestas familiares…, la convivencia, en definitiva, hace que estos valores se pongan a prueba y aparezca la competitividad: la chispa que desata las tormentas. Una chispa que, a menudo, surge porque alguna de las dos se siente amenazada.
La inseguridad es para la psicóloga británica otro de los aspectos que deterioran las relaciones: “A veces, las dos mujeres se sienten inseguras y les preocupa que la otra la desautorice o la critique. Por ello, se tratan con actitudes prepotentes”. En ocasiones, lo que enciende el conflicto es algo tan sencillo como que no hay lugar para dos divas en la familia: “Sí –corrobora Apter–, a veces, suegras y nuegras pueden reclamar de una forma agresiva su puesto de hembra alfa en la familia.”
Estas tensiones hacen que, a veces, las nueras adopten comportamientos propios de adolescentes. “Es totalmente cierto –coincide Lucía, una traductora casada y con dos hijas–. Yo lo he vivido: después de emanciparme de mi madre me encontré con otra señora, mi suegra, con la que tuve que librar las mismas batallas de afirmación. Como si tuviera que marcar mi territorio otra vez. ¡Era como una adolescente rebelde!”, recuerda.
Y, en medio de todo, está el hijo. A menudo, incapaz de poner paz porque, como descubrió la psicóloga Terri Apter, cuando hay conflicto el hombre suele ponerse del lado de la madre. “Jamás he contado con mi marido como aliado cuando he discutido con mi suegra: cuando se trata de su madre él, simplemente, no razona”, señala Lucía. Julia tiene muy claro que si rompe con su suegra, rompe con su esposo. ¿Es entonces más fuerte el vínculo con la madre que con la pareja? “Yo creo que ambos son fuertes –asegura la psicóloga británica–, pero los hombres son menos hábiles a la hora de mantener dos relaciones distintas, en especial si son tan importantes como la de hijo y la de marido.”
Es difícil mantener un equilibrio. En opinión de María, un ama de casa que tiene tres nueras, ese equilibrio está destinado a fracasar. “Porque lo que en el fondo está en disputa en este triángulo no es el poder, sino el afecto”, dice. “Y aunque el afecto a la madre y a la pareja no tienen nada que ver, ambas mujeres lo confunden y, además, quieren monopolizarlo.”
Vista de forma objetiva, esta relación entre madre e hija política no tendría que ser tan complicada. Al fin y al cabo, el punto de partida no es malo: las nueras han escogido al hombre que su suegra ha criado, así que no lo habrá hecho tan mal. Y él ha escogido a esa mujer. “Sí, hay razones por las que estas dos mujeres deberían ser amigas”, apunta Apter.
Pero la ansiedad parece un escollo insalvable, tanto por parte de la suegra, que sufre por la pérdida del hijo y por lo que le sucederá a su rol de mujer más importante en la familia, como por la nuera, que espera ser la mujer más importante para su marido y respetada y querida, pero, a la vez, que la dejen en paz y hacer a su manera.
Para Terri Apter, el rol del hombre en conflicto es crucial para llegar al entendimiento entre las dos mujeres: “Porque es él quien puede interceptar los problemas si reafirma a sus madres (y padres) que son todavía una parte muy importante de su vida, pero, a la vez, les demuestra que ahora su conexión principal es su mujer”, concluye. El marido debe saber que inhibirse no da buenos resultados y que la relación suegra-nuera también es cosa suya.
Relación a tres bandas
En su libro, What Do You Want from Me (Ed. WWNorton), la psicóloga Terri Apter da unas claves para evitar problemas. Hay que tener una estrategia, porque la de ignorar los comentarios no funciona.
Para la suegra
l No juzgar de inmediato a la nuera. Se necesita tiempo para conocer a una persona.
l No esperar ser la única que pone las normas en la familia. Ella también tendrá las suyas.
l No demostrar favoritismos. No hay nada malo en querer más al hijo que a la nuera, pero minimizar los logros de esta generará conflictos.
l Aceptar que la nuera puede tener ideas distintas sobre cómo educar a los hijos.
l Tratar de ser cariñosa: muchas nueras se quejan de la falta de afecto.
Para la nuera
l Tratar de expresar que se valora lo que la suegra aporta a la familia.
l Demostrar interés por ella: es un mensaje de bienvenida, de no sentirse amenazada.
l Es más fácil poner límites si se han establecido conexiones previas, pero, si hay que marcar el territorio, hacerlo de forma positiva (como: “Este domingo no va bien que vengáis, pero ¿por qué no el próximo?”).
l Facilitar el acceso a los nietos, pues libra de mucha ansiedad a los suegros.
l La clave (tanto para la nuera como para la suegra) es convertir la competición en ­colaboración.
Para el hijo/pareja
l Evitar la estrategia de no involucrarse: se puede tener varias lealtades sin que ello implique lealtades divididas.
l Elogiar a la mujer y mostrarse cariñoso con ella en presencia de los padres.
l No admitir críticas hacia la mujer de forma firme y educada. La pareja tiene menos posibilidades de disgustarse con la suegra si sabe que él la apoya.
l A la vez, tranquilizar a la madre, demostrándole que tener pareja no implica romper con su familia.
l Facilitar el acceso a los nietos, así los padres no verán a la nuera como la única que decide.
SUEGRA Y NUERA: RELACIONES COMPLEJAS
Suegra y nuera Las relaciones entre suegra y nuera no son siempre fáciles. En ellas se mezclan sentimientos encontrados vividos de forma intensa y que, además, giran siempre alrededor de un único personaje, el hijo-marido, que debe actuar como mediador entre ambas.
Pocos personajes hay tan denostados e impopulares como la suegra en el acervo popular. Alrededor de ella se han ideado mil y un chistes en los que el elemento jocoso roza con frecuencia el mal gusto. La mayoría de ellos reserva el papel de protagonista a la suegra de él, a la que se atribuye el rol de metomentodo: una mujer que opina y dispone sin que nadie se lo pida, una especie de mamá pulpo que pretende trasladar a la familia de su hija las normas y directrices con las que guió a su propia familia. Sobre la madre de él, las chanzas son infinitamente menores en número, y ello sin razón aparente ya que las relaciones entre nuera y suegra son en muchas ocasiones bastante más complejas que las de ésta con su yerno. En ellas se mezclan ingredientes diversos, que van desde el cariño y la complicidad a la rivalidad y los celos.
Compartir al hijo
Son unas relaciones en las que cabe todo tipo de sentimientos, vividos con gran intensidad. La explicación puede encontrarse en el hecho de que «en la familia, quien está emocionalmente más presente con los hijos es la madre». Y a muchas les resulta difícil compartir al hijo al que han cuidado y educado durante más de veinte años. Entre madre e hijo se da una relación de sobreprotección que no se da con las hijas. Existe un vínculo que excluye a otras personas, sobre todo a mujeres.
Así las cosas, las relaciones entre suegra y nuera se desenvuelven siempre en un difícil equilibrio y alrededor de un único personaje: el hijo-marido. Para él, la primera imagen de la mujer es la de su madre, mientras que su esposa es la primera mujer en su vida. Las dos tienen una importancia capital en su existencia; a las dos le une un vínculo especial que inevitablemente influye en las relaciones entre suegra y nuera.
Inevitable distanciamiento
Se trata de un triángulo en el que cada cual ha de aprender a asumir su rol. Del mismo modo que la nuera no debe ver la relación del marido con su madre como algo amenazante, ésta habrá de renunciar a la familiaridad que tenía con su hijo cuando vivía con ella. En el momento en que el hijo constituye su propia familia, la madre tendrá que asumir que se inicia una nueva etapa en su relación con él. El distanciamiento es inevitable porque el hijo no tendrá ni el tiempo ni las energías para dedicar a su madre la atención que antes le dispensaba. Evidentemente, se trata de una pérdida, que puede tener su lado positivo, porque bien llevada puede suponer ganar una buena relación con su nuera y sus nietos.
Dependencia emocional
A veces la renuncia no es tan fácil. Hay madres posesivas en extremo que han desarrollado con sus hijos una relación que puede llegar incluso a ser agobiante. Es frecuente en aquellas que se han quedado viudas jóvenes y han volcado toda su existencia en la educación y el cuidado de sus hijos. Cuando éstos son mayores, buscan en ellos, más que mero apoyo, un sustituto del marido que les ha faltado. Por eso, en el momento en que los hijos se van de casa no encuentran el modo de llenar el vacío que dejan detrás. Pero no siempre está la viudedad de por medio. Hay casos de parejas en las que las injerencias las protagoniza una suegra con sus propios problemas conyugales: Son mujeres que tienen una dependencia emocional de sus hijos debido a sus problemas de pareja; que han buscado aliados en los hijos y, cuando éstos se van, les cuesta muchísimo quedarse solas, sin su complicidad.

Difícil convivencia
La suegra de Esther responde a este prototipo. Pese a ello, las relaciones entre ambas siempre fueron cordiales... hasta que nació el primer nieto y la abuela hubo de dedicarse a su cuidado al reincorporarse la joven madre al trabajo. «Fue un error», sentencia Esther. «La convivencia era poco menos que imposible: yo no soportaba que mi suegra pusiera constantemente en duda mi capacidad para criar a mi hijo. Lo que valía era su experiencia y nada más. Era como si mi hijo estuviera bien solo cuando estaba con ella. Es verdad que me hizo un gran favor, pero tuve que pagar un alto precio: si le llevaba la contraria, se enfadaba; callarme suponía tener que aceptar cosas con las yo no estaba de acuerdo...», se lamenta. «Mientras tanto –continúa–, mi marido se sentía entre la espada y la pared... hasta que un día, con buenas palabras, le dijimos que había llegado la hora de que el niño fuera a la guardería. No se lo tomó muy bien, pero creo que fue la mejor solución para todos, porque por un momento temí que aquella situación pusiera fin a mi matrimonio».
Los temores de Esther no eran infundados. A la consulta de los mediadores familiares llegan más de una pareja decidida a separarse debido a que a la esposa se le hizo insufrible la convivencia con sus suegros y no se sentía apoyada por su marido. No hay estadísticas al respecto, pero sí datos que indican que las relaciones con las familias respectivas son la causa más frecuente de discusión entre las parejas jóvenes.
El espacio de la pareja
En cualquier caso, cuando una familia política plantea problemas en un matrimonio, en la mayoría de los casos se debe a que los cónyuges no han llegado a un acuerdo sobre los límites en que deben desarrollarse las relaciones con la parentela. Hay un espacio que debe ser exclusivo de la pareja y sus miembros deben decidir cómo de grande quieren que sea. Cuando nace un nieto es normal que los abuelos interfieran más y suelen hacerse más evidentes los problemas, que es muy posible que vengan de mucho más atrás debido a que la pareja no ha sabido negociar los límites del entrometimiento de sus respectivas familias.
En el caso de las relaciones entre suegra y nuera, el papel del hijo-marido es determinante. A él corresponde, en primer lugar, poner los límites y mediar entre ambas para que las relaciones de éstas sean óptimas. Por eso, los hijos que no han logrado separarse emocionalmente de su madre plantean serios problemas. Pueden llegar a pretender que su esposa quiera a su madre de la misma forma que él, y eso no es siempre posible, porque una nuera no es una hija. Entre ella y su suegra cabe el afecto, la cordialidad, el cariño, pero el amor filial no es un sentimiento obligatorio.
Algunas quejas de las nueras sobre las suegras.
1. «Mi suegra aparece siempre sin avisar».
Es un comportamiento que denota problemas para mantener los límites, tan necesarios para una buena convivencia. Sin duda, una suegra con esa actitud tiene dificultades para separarse de su hijo o hija. La mejor solución es establecer –del modo más amable posible– pautas para las visitas. La relación puede ser mucho más fluida si se establece la norma mutua de telefonear antes de visitar y de marcar días específicos para ello.
2. «Mi suegra quiere saber el precio de todo lo que compro (incluso del papel higiénico)».
La curiosidad llevada al extremo conlleva un deseo de control de la vida del hijo o hija que, en cierto modo, puede ayudar a paliar el dolor del alejamiento, pero supone una intromisión inadecuada e inoportuna. Por supuesto, la nuera no tiene por qué responder a preguntas acerca de la gestión de su casa, si ello no afecta a la vida de la suegra, y ésta no debe molestarse por ello.
3. «Mi suegra me dice enseguida que le pase a su hijo (o hija) cuando respondo al teléfono».
Este tipo de actitud puede indicar tanto falta de tacto por parte de la suegra como temor de que no cuenta con el aprecio de su nuera o yerno y que éstos no desean hablar con ella. Independientemente de lo profundo de la relación afectiva, en las familias deberían funcionar las mismas reglas que en las relaciones sociales y no parece muy adecuado preguntar rápidamente por otra persona, sin interesarse por la que ha respondido al teléfono.
4. «Mi suegra hace preguntas sobre mí a mis hijos».
Es un comportamiento poco digno, innecesario e imprudente... pero muy común. Sobre todo, es una falta de delicadeza para con los niños, a los que se pone en una situación muy comprometida. Si realmente hay algo que preocupa sinceramente a una suegra, lo mejor es que pregunte directa y amablemente a los hijos. En cuanto al yerno y la nuera, lo mejor es que aclaren la situación, expresando que, como padres, están en contra de que se involucre a los niños en ese tipo de cuestiones. Desde luego, es necesaria mucha diplomacia.
5. «Mi suegra comenta por ahí nuestras discusiones de pareja».
Es una situación poco afortunada que puede deteriorar seriamente la relación no solo entre suegra e hijo/a político, sino con el propio hijo o hija. Para no caer en la tentación, las suegras deberían tener siempre en cuenta su prioridad: mantener una buena relación afectiva con su hijo y comprender que ello incluye siempre a su cónyuge. Una nuera o yerno pueden solucionar la situación yendo directamente al grano: «Estoy muy interesada/o en mantener una excelente relación contigo, y eres una persona muy importante en nuestra vida, pero es muy importante que nuestras discusiones se mantengan en el plano privado».